Suspiros

Colocar el pensamiento en ella es sufrir
una derrota que no existe.
El dolor de creerse apuñalado es tan grande
que el miedo a ser feliz paraliza.
El cuerpo respira y suspira,
una y otra vez, respira y suspira
pues el alma reclama su premio,
lo que quiere tener. Su gran deseo.
La mente teje engaños estúpidos,
nos hace las piernas temblar,
el corazón se acelera,
la respiración palidece.
Es tan grande dolor de perderla
cuando ni si quiera se la a tenido,
que uno renuncia de principio a ella.
Cobardía pura es eso, pero no se puede
cambiar el color de una persona
tonta y orgullosa tan fácilmente. El color
del alma que grita por su deseo no es quizá
el mismo color de la mente que engaña.
La mente se mezcla con el alma, desde que
se conocieron, de ahí la dificultad de
distinguirlas. Pero el corazón siempre dice
la verdad con ojos muy claros. El dolor de ser
feliz puede ser a veces tan grande, que uno se
priva de felicidad, pero la única verdad es
esta: Una vez probado el dolor de la felicidad,
la dicha de la felicidad parece tan intensa, que
es mejor vivir apuñalado, que vivir con dolores
pequeños, pues estos últimos nunca sanan.

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